martes, 15 de diciembre de 2009

GUAJOLOTE MAÑANERO

Fue una noche difícil.
Pesadillas, insomnio, las cobijas se caen. Uno intuye que el caos está oculto bajo la cama dispuesto a lanzarse a la yugular.
Para el amanecer soñé que un guajolote estaba al pie de la cama y me miraba arrobado pero también con cara de maldito.
Lo peor de todo fue levantarme con la infame idea de que Doris Lessing ya se había agenciado todas las tramas, todos los argumentos y todos los personajes de ficción.
Me dije que esto no era posible.
Adormilado fui la librero y me di cuenta que apenas tengo un par de libros de esta señora.
En la sala estaba esta lap top con la que tecleo y que se había quedado prendida.
¿Alguien estaría en línea?
Sí.
Barrabás, al otro lado del Atlántico, dando su clase de semiótica estructurada comparada con los campos ortodoxos del español decimonónico.
Escuetamente escribió: "No puedo chatear contigo en este momento".
La respuesta me pareció maricona y simple, así que le di la lata.
-Sólo quiero saber si es verdad que Doris Lessing ya tiene derechos sobre cualquier trama, historia o relato que se escriba de aquí en adelante.
Barrabás se desconectó y yo me senté en la sala decidiendo si me preparaba un café o regresaba a la cama.
No hice ninguna de las dos cosas.
Me puse a buscar al maldito guajolote por cada rincón del departamento.

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