martes, 15 de diciembre de 2009

BETTY BLUE

DE CULTO

37.2 grados por la mañana sería la traducción más o menos literal de la novela de Philippe Djian que sirvió de base para que Jean Jacques Beneix realizara esta cinta que si bien no ha sido considerada la gran obra se mantiene como un film de culto para a quienes les rozó las fibras de ahí por donde se encuentran agrupados los sentimientos.
Han pasado los años. Muchos.
En la ciudad de Puebla, un grupo de amigos se reunía para hablar de libros y mostrar lo que estaban escribiendo. Rayuela era sin duda la novela mágica, era como el I Ching, cada página que abrías, cada párrafo que leías tenía una respuesta para las malditas dudas que la vida te daba a carretadas cuando buscabas terminar una carrera o mandar todo al demonio y convertirte en estatua de sal o anacoreta en las faldas de La Malinche.
Y apareció Betty Blue. La historia de un tipo que es como el milusos de un conjunto de casas veraniegas y que en sus ratos libres escribe una novela y no tiene más ambición que esperar el próximo verano y el próximo, hasta que aparece en su vida Betty con toda su sensualidad y juventud y lo obliga a quemar las naves, literal, quemando el villorrio y largándose a la aventura de París donde encontrarán amigos tan extraños y dispares como ellos apenas reunidos bajo la misma premisa: vivir y amar de manera alegre.

Respecto al director llegué a conseguir un par de títulos más: La lune dans le canivaux y Diva. Esta última bastante interesante respecto a su argumento que mezcla el asunto de la creación artística y una trama policiaca, pero si abundo en ella desvío el asunto de Betty Blue. Todo el resto de la creación de Beneix es inconseguible. Inútil preguntar.

En alguna reseña alguien opinaba que Beneix era un poeta de la imagen. Regularmente los grandes cineastas lo son. Sin embargo, una entrevista en un periódico (oh, mi memoria) demostró que Jean Jacques bien podía ser un poeta de la imagen pero también un patán y un soberbio.

Tras todo esto prefiero quedarme con aquella sensación del año 86 cuando un grupo de amigos fuimos al cine y salimos de ahí en silencio sabiendo que habíamos visto una película de esas que traen pedacitos de magia.





Me parece que será la película que veré esta noche.

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